En la muestra individual que Pablo Bonilla nos presenta, entreteje, a partir de imágenes y textos, una serie de reflexiones y relaciones conceptuales e iconográficas interactivas. Consta de textos y 21 pinturas al óleo, organizadas de forma no lineal; según el artista, “emulando un mapa u organigrama espacial en referencia al Atlas Mnemósine de Aby Warburg”. Se divide en dos grupos de trabajos: uno, titulado La insistencia de lo invisible, el cual consta de una serie de imágenes que sugieren motivos trascendentales de la historia del arte occidental, tales como bodegones, la representación paisajista expresionista, la representación de motivos presentes en murales pompeyanos, así como pinturas referentes del Renacimiento europeo, como la Escuela de Atenas, y personajes salidos de pinturas que semejan a Diego Velázquez y Caravaggio. El otro cuerpo de obras se denomina El peso de las palabras y se compone de una serie de textos y citas de diversos autores, pensadores y críticos del arte, que plantean abordajes sobre la visualidad, la historia del arte, el rol de las imágenes en nuestras sociedades, entre otros. “La insistencia” frente a “El peso” funcionan como una caja de resonancia, o bien, como un espejo, en el cual Bonilla desea que encontremos relaciones en tensión. Para el artista, el propósito de la confrontación palabra/texto, es posibilitarle a quien mira, un espacio donde se tejan y destejan interrelaciones, establezcan vínculos entre estos elementos para que -situadas en el medio-, las personas espectadoras activemos la muestra, echando mano de la historia del arte y la cultura visual universal. La propuesta de Bonilla no está completa sin la participación del público. Este principio es fundamental en su trabajo artístico, ya que para él “el arte no crea, más bien actúa…en dos direcciones: hacia un lado fisura, corta o rompe; hacia el otro teje, amarra, resiste”. El aspecto de la resistencia es central en la propuesta, es decir, no sólo le transfiere responsabilidad al público de participar de la muestra -puesto que no se debe limitar a mirar o “contemplar” la exposición- sino que crea un espacio abierto al diálogo para que se detonen nuevas aproximaciones entre el texto y la imagen. Al artista le interesa que la muestra se abra a diversas interpretaciones, a la lectura crítica de la historia del arte, sobre lo que creemos o no qué es el arte y qué funciones tiene este en nuestra cotidianidad. Que quede claro que a Bonilla no le interesan respuestas certeras, sino el intercambio de ideas, “sin estabilidad alguna”. El acto de resistencia y fisura también lo realiza el artista al “re-pintar” obras representativas de la historia del arte. Este es un aspecto central de su propuesta, pues, a través de ella, elabora un proceso de autorreflexión sobre el lugar de la persona artista en todo esto. Al respecto, ha dicho que el propósito es indagar sobre el acercamiento del "sujeto artista contemporáneo a la historia de su oficio…en la cual (esta historia) se entienda como un proceso de enfrentamiento o conflicto de miradas que se cruzan y contestan entre pasado y presente, entre texto e imagen, historia oficial, interpretación, ideología y crítica”. Sofía Vindas Solano Curadora

Envíos recientes

Más