CERTAMEN ESTUDIANTIL DE ARTES VISUALES BIDIMENSIONALES, 2024

El Certamen Estudiantil de Artes Visuales Bidimensionales se creó en 1983 para conmemorar el aniversario de la fundación de la Universidad de Costa Rica, estimular la creación artística y fortalecer el sentido de comunidad entre el estudiantado de la Institución. Fue convocado, por primera vez, por acuerdo del Consejo Universitario en la sesión n.º 3061, de febrero de 1984, con lo cual, este año celebramos el cuarenta aniversario del Certamen. En las paredes de la Institución se puede ver y percibir el sentir de las personas ganadoras durante estas cuatro décadas y apreciar los inicios de muchas y muchos artistas que han construido una notable carrera.

En la actualidad y con el objetivo de valorar las obras participantes, el jurado está integrado por cinco personas: dos miembros del Consejo Universitario y tres docentes: uno de la Escuela de Artes Plásticas o de la Escuela de Estudios Generales, uno del Instituto de Investigaciones en Arte (IIARTE) y otro representante de una Sede o recinto regional donde se impartan carreras vinculadas con la creación artística.

En la convocatoria 2024 participaron 56 estudiantes, 73,2 % mujeres y 26,8 % hombres provenientes de las sedes Rodrigo Facio, Atlántico, Caribe, Occidente, del Sur y del Recinto de Grecia, quienes cursan carreras tan disímiles como Administración, Arquitectura, Artes Plásticas, Artes Musicales, Bibliotecología, Ciencias Políticas, Comunicación Colectiva, Diseño (Gráfico y Plástico), Historia, Ingeniería Eléctrica, Matemáticas, Microbiología, Medicina, Tecnologías en Salud y Turismo.

El jurado, con el propósito de ser transparente, trabaja con una matriz de evaluación y las obras se le presentan anonimizadas. Los criterios incluidos en la matriz fueron los siguientes: claridad de la propuesta (20%); pertinencia del concepto en relación con el tema (20%); originalidad en términos estéticos y formales (20%); innovación técnica, material y conceptual (25%); la puesta en valor del espacio de exposición (5%); ajuste de la técnica a lo estipulado en el concurso (5%) y postulación, referido a que la persona estudiante presentó los documentos y datos solicitados (5%). El proceso es muy gratificante pues la discusión teórico-conceptual que se da entre las personas del jurado es la que permite decantarse por las propuestas finalistas.

Hoy inauguramos la exposición de las tres obras ganadoras, las cuales estarán a disposición de la comunidad universitaria, nacional e internacional, mediante el Repositorio Centroamericano de Patrimonio Cultural del IIArte, que también participa esta Galería de Arte del Consejo Universitario.

Ante el impacto del Certamen en la comunidad estudiantil, desde el 2022, la obra ganadora del primer lugar se expone durante un año en la Vicerrectoría de Vida Estudiantil para que pueda ser apreciada por la comunidad universitaria. Además, el Consejo hace esfuerzos para que las tres obras sean exhibidas en las sedes y recintos.

En el marco de la conmemoración de los cuarenta años del Certamen, el primer lugar se otorgó a Permanencia y transformación de la estudiante Mariana Solano Villalta. Se trata de una obra en serigrafía y pintura acrílica sobre lienzo que realiza un estudio a lo largo de casi un siglo del paisaje arquitectónico de la Universidad de Costa Rica visto a la luz de las Facultades de Derecho, Ingeniería y Artes. Solano plantea que:

“La obra invita al público a reflexionar sobre la permanencia y la transformación en el paisaje universitario. Al observar la línea de tiempo visual y la transformación cromática, se ofrece una oportunidad para contemplar cómo el tiempo ha influido en la percepción de los espacios institucionales y en la experiencia educativa y por ende, generar un diálogo sobre los cambios y las constantes que han definido la identidad y el desarrollo de la Universidad de Costa Rica a lo largo de los años.”

El jurado resaltó que el trabajo se basa en “una propuesta de archivo y testimonio, a partir de tres edificaciones icónicas de la Universidad para plantear una reflexión sobre la memoria histórica y devela el énfasis en un determinado paradigma de desarrollo”.

El segundo lugar lo recibió el óleo sobre lienzo titulado Lucem Aspicio, de la estudiante Katherine Esther Valerio Domínguez, por ser una propuesta que “interroga la noción de paisaje y plantea desde una perspectiva sensorial y emocional el espacio universitario como refugio”. Valerio establece en su justificación que:

“La obra se centra en una visión onírica de la sombra de un árbol que se encuentra junto al tronco petrificado en el Pretil (Xilópalo), un lugar de espera donde muchos estudiantes de distintas carreras e incluso ajenos a la universidad, encuentran calma entre clases, comparten momentos con amigos, estudian o simplemente aprecian la brisa suave de la tarde mientras esperan bajo un árbol, la sombra de árbol que ha existido por generaciones; lo que lo convierte en un punto de referencia importante e icónico. Se busca mostrar cómo las experiencias generadas por la Universidad de Costa Rica van más allá de lo que comúnmente se imagina; estos vistazos del entorno universitario, como una de las tantas sombras que proyectan los árboles del campus, a menudo pasan desapercibidos, pero constituyen fragmentos esenciales y unificadores de nuestra cotidianidad en la U.”

El tercer lugar se le acreditó a la pintura digital ¿Cuál escuela era esa?, de la estudiante Miranda Beesley Barboza. Este trabajo resalta por ser una pieza que “mediante una imagen inquietante se alerta sobre la discusión política del papel de la educación e interpela el paradigma STEM frente a la producción de conocimiento desde las Artes”. Las palabras del jurado se nutren de las compartidas por Beesley, quien señala que:

“Al representar el edificio nuevo en llamas [para la Escuela de Artes Plásticas], no propongo solo una alegoría al descuido hacia la comunidad artística, sino también la necesidad de fortalecer la llama creativa que vive dentro de estos estudiantes. Es fundamental promover aún más su participación, no solo en el certamen de artes, sino en todos los ámbitos universitarios.”

Al solicitar al estudiantado que justificara su obra nos damos cuenta de que el vínculo con el Alma Mater es afectivo, pues consideran a la Institución como su propia casa y se sienten acogidos por ella. Asimismo, el jurado reconoció:

“en las propuestas recibidas en esta ocasión el énfasis en las preocupaciones sobre lo político y el papel de la educación en el desarrollo costarricense. En cuanto a las propuestas estéticas se muestra una diversidad discursiva y técnica, aspecto que se desea continúe en la próxima edición”.

Desde el Consejo Universitario se agradece a todas las personas participantes y felicitamos a quienes recibieron el reconocimiento por su trabajo y esfuerzo. Hoy, el Certamen Estudiantil de Artes Visuales Bidimensionales se presenta robusto a sus cuarenta años. Celebremos.

Patricia Fumero
Consejo Universitario



PRIMER LUGAR

Mariana Solano Villalta
Permanencia y Transformación

Esta obra, en serigrafía y pintura acrílica sobre lienzo, explora el transcurso del tiempo en la arquitectura y el paisaje de la Universidad de Costa Rica. Se enfoca en los edificios de las facultades de Derecho, Ingeniería y Artes. No solo representa la evolución arquitectónica de estos edificios, sino que también reflexiona sobre cómo el tiempo ha moldeado el entorno universitario.

Se organiza en una cuadrícula de nueve imágenes dispuestas en tres filas y tres columnas. Cada fila está dedicada a una facultad: Derecho en la primera, Ingeniería en la segunda y Artes en la tercera. Las columnas representan una cronología que abarca desde 1926 hasta el presente, creando una línea de tiempo visual que permite observar de manera concisa la evolución de cada edificio. La paleta de colores análogos evoluciona de forma gradual y conecta visualmente el pasado con el presente, simbolizando el progreso y la continuidad del tiempo en el paisaje universitario. La técnica de serigrafía se ha seleccionado por su capacidad para reproducir imágenes con precisión y repetitividad, en sintonía con el estilo Pop Art, lo que permite experimentar con texturas y acabados gráficos.

La pieza invita al público a reflexionar sobre la permanencia y la transformación en el paisaje universitario. Al observar la línea de tiempo visual y la transformación cromática se ofrece una oportunidad para contemplar cómo el tiempo ha influido en la percepción de los espacios institucionales y en la experiencia educativa y, por ende, generar un diálogo sobre los cambios y las constantes que han definido la identidad y el desarrollo de la Universidad de Costa Rica a lo largo de los años.

SEGUNDO LUGAR

Katherine Esther Valerio Domínguez
Lucem Aspicio

Solemos entender por paisaje un concepto amplio que, en términos sencillos, es la apariencia visual, sensorial y auditiva de un entorno natural o construido. En el ámbito de las artes visuales, a menudo se condiciona el paisaje a la representación literal de espacios rurales y urbanos, lo cual ha llevado a que el término se asocie predominantemente con este estilo.

Sin embargo, con la llegada de nuevas manifestaciones artísticas contemporáneas, la interpretación del paisaje ha evolucionado hacia formas más complejas y abstractas. Es así como la temática de paisaje universitario puede referirse tanto a imágenes que representan los entornos y escenarios en los cuales la población estudiantil lleva a cabo sus actividades académicas, como al conjunto de circunstancias y condiciones que moldean sus experiencias educativas.

De esta manera, la propuesta busca reinterpretar el paisaje mediante un enfoque minimalista y cotidiano, prescindiendo de la monumentalidad de estructuras arquitectónicas o la dramatización de un atardecer veraniego. La obra se centra en una visión onírica de la sombra de un árbol que se encuentra junto al tronco petrificado en el Pretil (Xilópalo), un lugar donde muchos estudiantes de distintas carreras e incluso ajenos a la Universidad, encuentran calma entre clases, comparten momentos con amigos, estudian o simplemente aprecian la brisa suave de la tarde mientras esperan, bajo la sombra de un árbol que ha existido por generaciones, lo que lo convierte en un punto de referencia importante e icónico.

Busca mostrar cómo las experiencias generadas por la Universidad de Costa Rica van más allá de lo que comúnmente se imagina; estos vistazos del entorno universitario, como una de las tantas sombras que proyectan los árboles del campus, a menudo pasan desapercibidos, pero constituyen fragmentos esenciales y unificadores de nuestra cotidianidad en la U.

La inscripción del escudo de la Universidad de Costa Rica y nombre de la obra Lucem Aspicio (en busca de la luz) pretende recordar al estudiantado que pese a los momentos de sombra que podemos atravesar, debemos ser perseverantes y continuar aspirando a la luz.

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